Santo Domingo de Guzmán fue un hombre
emprendedor, predicador infatigable, fundador y organizador de la Orden de
Predicadores. Fue un hombre sencillo con una profunda vida interior, de gran
ecuanimidad y compasivo.
Domingo de Guzmán dejó un testamento
de paz, como herederos de lo que fue la pasión de su vida: vivir con Cristo y
aprender de Él la vida apostólica. Configurarse con Cristo, esa fue la santidad
de Domingo: su ardiente deseo que la Luz de Cristo brillara para todos los
hombres, su compasión por un mundo sufriente llamado a nacer a su verdadera
vida, su celo en servir a una Iglesia que ensanchara su tienda hasta alcanzar
las dimensiones del mundo.
Nacimiento
Nació en Calderuela (Burgos) en 1170,
en el seno de una familia profundamente creyente y muy encumbrada. Sus padres,
don Félix de Guzmán y doña Juana de Aza, parientes de reyes castellanos y de
León, Aragón, Navarra y Portugal, descendían de los condes-fundadores de
Castilla. Tuvo dos hermanos, Antonio y Manés.
Educación
Durante siete años fue educado por su
tío el Arcipreste don Gonzalo de Aza, hasta los catorce años en que fue a vivir
a Palencia: seis cursos estudiando Artes (Humanidades superiores y Filosofía);
cuatro, Teología; y otros cuatro como profesor del Estudio General de Palencia.
Al terminar la carrera de Artes en 1190, recibida la tonsura, se hizo Canónigo
Regular en la Catedral de Osma. Fue en el año 1191, ya en Palencia, cuando en
un rasgo de caridad heroica vende sus libros, para aliviar a los pobres del
hambre que asolaba España.
Al finalizar sus cuatro cursos de
docencia y Magisterio universitario, con veintiocho años, se recogió en su
Cabildo, en el que enseguida, por sus relevantes cualidades intelectuales y
morales, el Obispo le encomienda la presidencia de la comunidad de canónigos y
del gobierno de la diócesis en calidad de Vicario General de la misma.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario